Pura emoción
Este fin de semana he tenido oportunidad de ver la película La La Land. Realmente me ha parecido mágica, cautivadora y pura emoción.
Recuerda una historia clásica de las que casi apenas se hacen ya bien y sin embargo, tiene el toque maestro de dar un aire fresco distinto a lo que habitualmente estamos acostumbrados.
Con esta película te dan ganas de reír, llorar, cantar, bailar… Contagia las ganas de vivir.
El amor es la temática principal de esta película, pero no sólo entre los protagonistas que tienen una actuación sobresaliente sino el amor por los propios sueños.
Cuenta la búsqueda de un sueño… o de dos, y de cómo se interpone en una historia de amor entre los dos protagonistas.
Mia (Emma Stone) es una de las muchas aspirantes a actriz que viven en Los Ángeles en busca del sueño hollywoodiense, se gana la vida como camarera mientras se presenta a montones de pruebas de casting. Sebastian (Ryan Gosling) es un pianista que vive de las actuaciones de segunda que le salen, y su sueño es regentar su propio club donde rendir tributo al jazz más puro.
Los destinos de Mia y Sebastian se cruzarán y la pareja descubrirá el amor, un vínculo que florecerá y luego pone en jaque las aspiraciones de ambos. En una competición constante por buscar un hueco en el mundo del espectáculo, la pareja descubrirá que el equilibrio entre el amor y el arte puede ser el mayor obstáculo de todos.
Mia nos habla de cómo la búsqueda de un sueño puede ser a veces tarea dolorosa y Sebastian nos recuerda como a veces uno pierde el foco de su sueño y se deja seducir por el camino perdiendo y convenciéndose de que soluciones artificiales realmente era lo que querían.
Damien Chazelle (Whiplash) ha escrito y dirigido esta película musical, cuyos protagonistas son Emma Stone y Ryan Gosling.
La La Land sirve para recordarnos que las películas aún pueden ser mágicas, y que todavía pueden proporcionar la clave para ver magia en el mundo que nos rodea.