Darse cuenta

Conectando con nuestra realidad interior

Darse cuenta

Pensar en lo que debería ser, lo que debería pasar y lo que deberíamos sentir…. A quién no le ha pasado alguna vez. Hoy vamos a hablar sobre el “poder de darse cuenta”.

Una de las principales causas de nuestro sufrimiento son nuestros pensamientos. Son rápidos, ágiles y automáticos y constituyen una de las principales causas de la infelicidad.

Si permitiésemos que nuestras emociones fluyeran, si nos permitiésemos entrar en verdadero contacto con lo que nos sucede en vez de querer controlarlo, muy probablemente todo se regularía. Todavía sentiríamos tristeza frente a sucesos desagradables, pero no estaríamos desgarrados. Nos liberaríamos del sufrimiento, que es distinto del dolor.

El primer paso para dejar de interrumpirnos con nuestros pensamientos consiste en darse cuenta de cómo y cuando lo hacemos. Tomar conciencia de lo que percibimos en todo momento y de las emociones y pensamientos que esto nos genera.

Esto no es nada sencillo. A pesar de que lo parezca suele ser una tarea bastante ardua y que requiere tiempo y esfuerzo. Hacer un proceso consciente aquello que es inconsciente.

Sin embargo ser cada vez más conscientes de lo que nos sucede es un gran paso hacia la salud. La razón de nuestras continuas interrupciones mentales nos descubren muchas veces algo que intentamos evitar. El proceso de darnos cuenta, nos servirá para hacernos cargo de esto y para a lo mejor aceptarlo y eludirlo hasta que tengamos nuevas herramientas o tal vez explorarlo y abrirnos a nuevos territorios difíciles pero luego liberadores.
Os proponemos una práctica sencilla pero fructífera en el proceso de darse cuenta. Es una práctica emparentada con con algunas formas de meditación y que proviene de la práctica Gestalt. Consiste en dirigir nuestra atención hacia cada pequeña percepción que entra en nuestra conciencia e ir expresándolo del modo más despojado posible. Por ejemplo, si lo hacemos en un parque sería más o menos así…” Ahora me doy cuenta de que estoy rodeado/a de árboles. Ahora me doy cuenta de las distintas tonalidades de verde. Ahora me doy cuenta de que mi respiración se calma. Ahora me doy cuenta del olor a fresco que me llega…”

Diferenciando las percepciones de otro tipo de actividad mental, juicios, interpretaciones, fantasías…

En la vida cotidiana podemos encontrar situaciones donde podemos practicar el “darse cuenta” y podemos encontrar beneficios en ello. Es un pequeño hábito que si sabemos poner en marcha nos mantendrá más centrados en lo que realmente importa, el aquí, el ahora. Podemos hacerlo de la misma manera, dirigiremos la atención hacia lo obvio en lugar de centrarnos en las conclusiones al respecto.

 

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