Aunque el pensar, la capacidad de razonar es exclusivo del ser humano, no siempre somos conscientes de lo que pensamos en cada momento. Sin embargo, este es un dato muy relevante a la hora de tener en cuenta cómo actuamos. Nos ayudará a comprender y a controlar nuestra conducta.
Cada uno de nosotros podría ser representado en su aspecto psíquico por un triángulo en cuyos vértices estarían: pensamiento, sentimiento y conducta, de tal manera que cada elemento influiría en los otros dos.
Cuando nos relacionamos con el entorno no respondemos directamente a los acontecimientos sino que primero interpretamos con nuestros pensamientos lo que nos pasa, lo valoramos y esta valoración nos crea un sentimiento (positivo o negativo) que finalmente nos lleva a tener una reacción corporal (ej: aceleración de los latidos del corazón).
Detrás de sentimientos negativos como la ansiedad, la culpabilidad, la vergüenza o la ira, siempre se esconde un pensamiento negativo, y este es el causante del estado de ánimo doloroso.
Este diálogo que tenemos con nosotros mismos es a menudo negativo, es decir, si me autovaloro continuamente de forma destructivapor todo lo que soy y por todo lo que hago, llega un momento que este estilo de pensamiento se convierte en un hábito y costumbre. Nos llegamos a creer que estos pensamientos son correctos y verdaderos.
Cuando explicamos a la gente que los hechos reales no tienen poder para provocar un estado de ánimo determinado, sino que es la interpretación de los hechos la que provoca que se sientan tristes, alegres o enfadados la reacción más inmediata es alegar que existen cosas que objetivamente son negativas y son capaces de “destrozar a cualquiera”. Es cierto que hay acontecimientos en sí mismos negativos, como sufrir una pérdida, de una persona, de un empleo, económica, pero incluso así , existen interpretaciones racionales de estos acontecimientos e interpretaciones irracionales que hacen que tengamos distintas emociones.
Todo pensamiento es una hipótesis que formulamos de la realidad. Las hipótesis pueden ser también racionales o irracionales. Decimos que un pensamiento es racional cuando es verificable, real, se puede comprobar y provoca emociones moderadas que están en consonancia con el acontecimiento que activó el pensamiento.
Reflexiona un momento sobre los pensamientos y mensajes que te envías que con frecuencia te perturban emocionalmente ¿Cuales son? Enuméralos y escribe las consecuencias negativas que de cada uno se derivan. Desde aquí te animamos a ver si crees que son racionales o no. Ser consciente es un primer paso.