¿Eres de los que deja muchas cosas para mañana? ¿Sabes lo que es la postergación? Es algo muy común entre las personas. Hay muy poca gente que puede decir con honestidad que no realiza postergaciones a pesar de que a la larga le resulten contraproducentes.
La inactividad es una de las conductas más destructivas que puede adoptar una persona porque su dinámica es la del círculo vicioso. Veamos cómo funciona:
- La persona posterga una tarea, la realidad de un deseo o la ejecución de una actividad.
- Se siente mal consigo misma porque no ha hecho nada o algo que debía hacer.
- Al sentirse tan mal, su estado de ánimo se convierte en una excusa para seguir postergando tareas.
Lo que en ocasiones comienza como una conducta de postergación esporádica y aislada puede acabar convirtiéndose en un frustrante estilo de vida, ya que la persona emplea toda su energía en autocastigarse por las cosas que no ha hecho. Se siente cada vez peor, descontenta de sí misma e impotente.
Las personas que dejan para mañana lo que pudieran hacer hoy se entregan a la huida, a la desconfianza de sí mismos y lo que es peor al autoengaño. La postergación es un movimiento que nos impide ser fuertes en el momento actual, y nos impulsa a tener la esperanza de que las cosas mejoraran en el futuro.
Existen distintos grados de postergación. Es posible retrasar las cosas hasta un punto, y luego terminar el trabajo en el último momento. Esta es también una forma muy común de autoengaño, ya que al hacer las cosas rápidas y en el último momento los resultados serán mediocres o inferiores y la persona podrá justificarse diciendo: “Simplemente no tuve tiempo suficiente”.
Cuando utilizamos la postergación sin darnos cuenta estamos obteniendo una serie de beneficios que, aunque sea paradójico, a la larga nos resultan perjudiciales. Con la postergación, evitamos muchas situaciones que nos pueden provocar miedo o ansiedad pero en definitiva nos crea una falta de confianza en nosotros mismos, es lo que hablábamos en párrafos anteriores de la dinámica del circulo vicioso.
Un método sencillo para abandonar la tendencia a retrasar determinadas tareas es el siguiente:
- En primer lugar, se trata de dividir la actividad en pequeños pasos, de menor a mayor dificultad.
- En segundo lugar, se pronostica qué grado de dificultad conlleva la realización de cada paso (Escala del 1 al 10 donde el uno es mínima dificultad y 10 máxima dificultad).
- En tercer lugar, se pronostica qué grado de satisfacción se obtendría con la realización de cada paso (1 -10).
- En cuarto lugar, se debe poner en práctica paso a paso la actividad, y valorar la dificultad y satisfacción reales que se ha obtenido con la realización de dicha tarea.
Si se llevan a cabo estos cuatro pasos, comprobaras que en la mayoría de las ocasiones, la tarea que llevabas tiempo retrasando no era tan difícil como imaginabas, y que llevarla a cabo te produce una satisfacción bastante superior a la que suponías. El resultado de esta comprobación es obvio: muchas veces el temor a ciertas actividades es infundada.
Por último, para muchas personas el problema de la postergación radica en que creen que antes de hacer cualquier actividad, deben de estar muy motivados para ello. Sin embargo, esto es un error, ya que, por regla general, cuantas más actividades llevemos a cabo, más interés sentimos hacia ellas y más deseos tenemos de volverlas a realizar, Es así de simple, cuantas menos cosas hacemos menos ganas tenemos de hacer nada.
Así que ya sabes, CONVIETE TU MURO EN UN PELDAÑO – (Rainer Maria Rilke)