Las rabietas en los niños

 

¿Son normales? Algo que nos preocupa a los padres

Seguro que has vivido o presenciado una escena como la siguiente: estás en el supermercado y tu hijo, ante tu negativa de comprar algo que él quiere, se enfada de forma exagerada.Se tira al suelo y empieza a llorar y gritar montando un numerito. Parece una rabieta. En ese momento, deseas que te trague la tierra y que tu hijo se calme y deje de montar tal escándalo. Nos da la impresión de que todos nos miran… Y o bien no sabemos cómo actuar o bien por vergüenza actuamos para terminar con el espectáculo cuanto antes. Sin saberlo, de esta forma estamos reforzando su comportamiento, y habrá aprendido que cada vez que monte semejante escena en un sitio público, mamá o papá cederán….

Si esto sucede con frecuencia, y no sabe bien cómo actuar, lo más probable es que el niño necesite aprender unos límites y unas normas con firmeza y coherencia por ambos padres.

Este comportamiento es bastante frecuente entorno a los 2 ó 3 años de edad. El niño está formando su personalidad, y va a poner a prueba los límites. Las rabietas aparecen cuando las emociones de ira o frustración exceden de la capacidad del niño para controlarlas. Suele expresarse bajo la forma de crisis con chillidos y gritos. Pueden incluso arrojar objetos al suelo para mostrar su rabia y tirarse al suelo gritando. Estos episodios pueden desencadenarse por una mínima causa o bien sin razón aparente, pero no debemos olvidar que el niño no puede expresar su frustración con palabras, no sabe decirnos que está triste, enfadado, cansado, con sueño o con hambre…

En este contexto, las rabietas son manifestaciones normales y expresiones autolimitadas dentro del desarrollo mental de un niño, en tanto no sean reiteradas, violentas o prologadas ni persistan más allá de los 4 a 5 años. Si son mucho más violentas o persisten más allá de seis meses de una forma continuada, a pesar de tratarlas adecuadamente, podemos estar hablando de otro tipo de problemas que se deberían evaluar.

No  se  puede  hablar  de  un  solo  factor  responsable de esta situación sino de la sumatoria de varios factores que pueden llevar a este tipo de circunstancias.

Enumeremos algunas de estas causas básicas:

  • Desarrollo de la personalidad del niño: el niño está desarrollando su personalidad, y por lo tanto debe chocar con la de  sus padres, muy frecuentemente. El llamar la atención, y querer hacer las cosas hace que trate de manipular su  entorno con los berrinches.
  • El niño obtiene beneficios: si el niño consigue tras la rabieta lo que quiere, sabrá que podrá conseguirlo siempre de esta forma.
  • A  veces  la  inseguridad:  puede causar este tipo de reacciones si el niño no se siente seguro, nunca suceden igual las cosas, existe mucha inestabilidad en su entorno, etc.
  • El hecho de que los padres duden: si no son coherentes y coinciden, el niño no sabrá a qué  atenerse. Si la madre prohíbe y el padre le da permiso o le  da  lo  que  el  niño  quiere, cuando la madre o el padre digan no, el niño tendrá una rabieta porque entre otras causas que ya hemos nombrado, estará desconcertado y no sabrá que es lo que pasa.
  • Imitación. Evidentemente si el niño vive entre gritos, peleas, escenas de mal humor y de violencia, de alguna forma irá aprendiendo este comportamiento. El dar portazos o tirar cosas realizado por el padre o la madre, estará enseñando al niño que siempre hará lo que ve no lo que se le dice…
  • El propio cansancio de los padres: ante su actitud de “pataleta” puede ser también una causa. Si a las rabietas iniciales propias de la edad, no hemos sabido ponerles freno, y como padres nos hemos sentido desbordados, podemos estar cronificando esta actitud. Esto nos hará desesperarnos aún más, y estableceremos un peligroso círculo vicioso.

Como madres sabemos lo que es aguantar el chaparrón de una rabieta cuando es el momento más inoportuno. Es ahí cuando parece que nos están poniendo a prueba y es ahí tal vez cuando podemos reafirmar nuestro papel como educadores.

 

 

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