¿ Tienes un amante ?
Muchas personas tienen un amante y otras quisieran tenerlo. También están las que no lo tienen y las que lo tenían y lo perdieron. Generalmente, estas dos últimas son las que aparecen en consulta para decir que están tristes o que tienen distintos síntomas como insomnio, falta de voluntad, pesimismo, crisis de llanto o los más diversos dolores. Cuentan que sus vidas transcurren de manera monótona y sin expectativas, que trabajan nada más que para poder subsistir y que no saben en qué ocupar su tiempo libre. En fin, palabras más, palabras menos, están verdaderamente desesperanzadas.
Antes de relatarnos esto, ya probablemente habían oído o tendrían un diagnóstico seguro: “depresión”, y la infalible receta del antidepresivo pautado. A veces éstas personas pese a tomar un fármaco, no mejoran y van a consulta buscando soluciones a sus múltiples dolencias. Después de escucharlas atentamente, la conclusión por nuestra parte, es la misma, realmente “necesitan un amante”. Cuando le preguntamos acerca de esto… Están los/as que piensan: “¿Cómo es posible que un profesional se despache con una sugerencia tan poco científica?” Y también están las/os que se despiden y no vuelven nunca más. A los que deciden quedarse y no salen espantados por el consejo, les damos la siguiente definición: “Amante es aquello que nos apasiona. Lo que ocupa nuestro pensamiento antes de quedarnos dormidos, y es también quien a veces, no nos deja dormir. Nuestro amante es lo que nos vuelve distraídos frente al entorno. Lo que nos deja saber que la vida tiene motivación y sentido”.
A veces, a nuestro amante lo encontramos en nuestra pareja, en otros casos solemos hallarlo en la investigación científica, en la literatura, en la música, en la política, en el deporte, en el trabajo cuando es vocacional, en la necesidad de trascender espiritualmente, en la amistad, en la buena mesa, en los hijos, en el estudio, o en el obsesivo placer de un hobby… En fin, es “alguien” o “algo” que nos pone de “novio con la vida” y nos aparta del triste destino de durar. ¿Y qué es durar? Durar es tener miedo de vivir. Es dedicarse a espiar cómo viven los demás, es tomarse la tensión constantemente, deambular por consultorios médicos, alejarse de las gratificaciones, es no tener proyectos, es observar con decepción cada nueva arruga que nos devuelve el espejo, cuidarnos de todo, del frío, del calor, de la humedad, del sol y de la lluvia. Durar es postergar la posibilidad de disfrutar hoy, esgrimiendo el incierto y frágil razonamiento de que quizás podamos hacerlo mañana. Es renunciar a vivir con pasión cada día.
Por favor, no nos empeñemos en dejar que el tiempo pase sin más y sigamos soñando, pongan vida a los años y búsquense un amante, sean ustedes también los protagonistas… de sus vidas. Piensen que lo trágico no es morir, al fin y al cabo la muerte tiene buena memoria y nunca se olvidó de nadie. Lo trágico, es no animarse a vivir.
Nos viene a la memoria un cuento de Jorge Bucay llamado “El Cementerio de la Felicidad” donde relata como el tiempo disfrutado, es el único y verdadero tiempo vivido. Creemos que deberíamos hacernos un propósito para este verano “Búsquense un proyecto, búsquense un amante…”